En un mercado donde cada miligramo marca la diferencia entre eficacia terapéutica y riesgo para la salud, los errores en el envasado y rotulación de medicamentos no son simples detalles: representan amenazas reales, tanto para pacientes como para la reputación del sector. Argentina, durante 2024, mostró un récord en facturación del sector farmacéutico con $7,48 billones de pesos, lo que supone un crecimiento del 254,9 % respecto a 2023. Este volumen, impulsado tanto por la producción nacional como por medicamentos importados revendidos, convierte al país en el tercer mercado farmacéutico más grande de Latinoamérica. Pero precisamente ese tamaño revela vulnerabilidades: más de 750 millones de unidades se movilizan al año, así que una falla en el envasado puede desencadenar retiradas regulatorias, quiebres de stock y daños reputacionales importantes.
En febrero de 2024, la ANMAT ordenó el retiro de un lote de solución intravenosa de dextrosa por errores en la concentración declarada; en octubre, se encontraron cajas rotuladas con “Morfina” que contenían Diclofenac; y también hubo un suplemento vitamínico retirado por un error en el número de troquel, un dato clave para la trazabilidad del producto. Estos casos no son episodios aislados, sino que reflejan una práctica extendida de confiar excesivamente en la inspección visual humana como última línea de control.
Las consecuencias de los errores en el packaging son especialmente graves cuando involucran medicamentos críticos como antineoplásicos, inmunomoduladores, tratamientos para enfermedades cardiovasculares o del sistema nervioso. Imaginar una ampolla de quimioterapia mal etiquetada o anticonvulsivos con troquel equivocado deja de ser una hipótesis: ya sucedió. Por eso, la tecnología de visión artificial para verificar etiquetas, estuches y prospectos al ingreso de planta surge como una herramienta clave para detectar desviaciones que pasan inadvertidas al ojo humano. La automatización no solo reduce errores, sino que transforma tareas repetitivas o riesgosas en procesos más fiables y trazables.
Según el informe Next in Pharma 2025 de PwC, las compañías líderes deberán adoptar modelos operativos más ágiles y basados en datos para mantenerse competitivas en un entorno cada vez más exigente. La calidad del empaque no es un accesorio: es parte del producto final y exige el mismo rigor que la formulación, la validación microbiológica o la farmacovigilancia. El talón de Aquiles de la industria farmacéutica argentina —y global— ya no está solo en la investigación, el desarrollo o la logística, sino en los detalles que conectan con el usuario final: la etiqueta, la caja, la exactitud de la información. En ese eslabón se juega buena parte de la credibilidad ganada con esfuerzo y recursos. Automatizar, digitalizar y fortalecer los controles no es solo optimizar procesos, sino asegurarse de que cada medicamento llegue con la confianza que merece.
En conclusión, el talón de Aquiles de la industria farmacéutica argentina —y, en general, global— ya no está solo en la investigación, desarrollo o logística, sino en los detalles que conectan con el usuario final: la etiqueta, la caja, la exactitud de la información. En ese eslabón se juega buena parte de la credibilidad ganada con esfuerzo y recursos. Automatizar, digitalizar y fortalecer los controles no es solo optimizar procesos, sino asegurarse de que cada medicamento llegue con la confianza que merece.
Fuente: Infobae.