¿Qué significa ser un laboratorio de genéricos?

Existen enormes confusiones y malentendidos acerca de lo que significa un genérico. Según la OMS (Organización Mundial de la Salud), un medicamento genérico es aquel vendido bajo la denominación del principio activo que incorpora, siendo lo suficientemente bioequivalente a la marca original, es decir, igual en composición y forma farmacéutica y con muy parecida biodisponibilidad que la misma.

Esta definición es categórica y contundente en los países desarrollados: Pfizer lanzó hace mucho años Lipitor (atorvastatina), y caducada su patente de 20 años, salieron al mercado productos “genéricos” idénticos al Lipitor (incluso en su calidad), que intentaron fagocitarle unidades de venta a través de un precio sensiblemente menor.

    El concepto tergiversado en nuestro país

Sin embargo, un medicamento genérico en Argentina conlleva un significado distinto al empleado globalmente. En primer lugar, se suele emplear esta etiqueta para identificar a los productos que se venden con una marca que congrega a la molécula con el fabricante. Por ejemplo, Amoxicilina Richet o Enalapril Puntanos. Es decir que el envase del medicamento no posee un clásico nombre comercial.

 En segundo término, las empresas teóricamente generistas cuentan con una diferencia sustancial respecto de los laboratorios clásicos: no tienen fuerza de ventas (o es muy acotada), y realizan casi toda su inversión en el punto de venta. Esto significa que no comulgan con la clásica visita al consultorio médico, sino que promueven visitas a las farmacias. Parte de su ADN es la eficiencia en la producción y una férrea disciplina en su estructura de costos, coronada con una estrategia de marketing distinta a la tradicional

El concepto nacional está, por lo menos, tergiversado. Al final de cuentas, todos los medicamentos en Argentina son genéricos ya que imitan a la molécula original, más allá de la estrategia marcaria empleada. En otras palabras, para los ojos de las multinacionales, los productos nacionales con nombres comerciales clásicos también son genéricos porque son una copia de sus medicamentos.

    El concepto peyorativo

Dejando de lado el tema semántico, el mayor problema es que los laboratorios que acarrean el mote de “genérico” son vistos por algunos como compañías de menor calidad, e incluso menor prestigio. Nada más alejado de la realidad. La política marcaria y la acción comercial en farmacias es simplemente una estrategia. Al final del día, lo que importa es que la empresa sea rentable y siga creciendo. Cada uno elige los caminos que cree más convenientes.

Si existen 2 compañías que han demostrado que es incongruente utilizar el término “laboratorio generista” como algo peyorativo, esas son Savant y Denver. Ambas tienen sobradas credenciales para mostrarse como empresas de élite, aún a pesar de su corta vida. Las insulinas análogas de Denver y la planta de cápsulas blandas de Savant son solo 2 ejemplos que demuestran innovación, calidad y prestigio. Son, sin duda alguna, organizaciones de gran presente y enorme futuro.

Denver Farma: insulinas e ingreso a las grandes ligas

    Como convertir las grandes crisis en grandes oportunidades

Denver Farma nació en 1989 (tan solo 30 años de vida) en un momento muy difícil de la Argentina. En sus comienzos, el laboratorio estaba habilitado únicamente para la producción de antisépticos. Con el tiempo, se lograron equipar las secciones productivas acorde a los requerimientos sanitarios. Esto permitió el registro de los primeros productos, como la Nitrofurazona Denver Farma.  Eran los comienzos.

A comienzos del siglo XXI, más precisamente en 2001, se produjo un punto de inflexión en la historia de la compañía. Al igual que en 1989, ese año constituyó otro momento delicado del país. Gran parte de la sociedad no podía acceder a los medicamentos. Fue entonces cuando la empresa, en consonancia con la ley de genéricos, comenzó a posicionar sus productos en la farmacia, a través de precios más accesibles y acciones comerciales agresivas.

Denver demostró que detrás de toda gran crisis, siempre hay una gran oportunidad. No es casualidad que el laboratorio haya surgido en uno de los peores momentos de la historia moderna de nuestro país. Y tampoco fue casualidad que en 2001, etapa crítica de Argentina, la compañía haya comenzado su despegue definitivo. Denver supo convertir crisis en oportunidades gracias a su temple y a una estrategia pensada en el largo plazo. Semejantes momentos dramáticos formaron el carácter de la empresa. Por ello tampoco es casual que Denver se haya embarcado en el mundo de las insulinas biotecnológicas, una tarea titánica.

    Estrategia de posicionamiento

En el eslogan de Denver “medicamentos para confiar” y en la declaración de su visión “obtener un reconocimiento de la comunidad médica y farmacéutica por nuestro aporte humano y tecnológico al servicio de la salud”, queda claramente demostrado que la organización quiere pegar un salto de calidad y jugar en las grandes ligas. Tiene con qué.

Esta estrategia de posicionamiento terminó por cristalizare con 2 hechos trascendentales en la vida de la corporación: su planta de producción y el proyecto de insulinas. Tamañas hazañas (en especial la de insulinas) le permitieron a Denver quitarse de sus espaldas el mote de un “simple generista” y obtener así un merecido reconocimiento a su rica trayectoria e innegable calidad empresaria.

    Las insulinas y Denver City, las frutillas del postre

Todos los pergaminos enunciados hasta acá son evidencia irrefutable de la importancia del laboratorio. Pero como ya señalamos, 2 hitos en su historia terminaron por sellar el ingreso de la empresa a las grandes ligas: estructura fabril e innovación tecnológica a través de sus insulinas. Son las frutillas del postre.

Tuve el privilegio de conocer la planta de Denver, ubicada en el parque industrial de Garín. Si tuviera que resumirla muy brevemente, emplearía el siguiente término: una ciudad, Denver City (haciendo un paralelismo con la metrópolis norteamericana). Su estructura y máquinas son híper modernas. Posee un gran tamaño (10.000 m2) y tecnología de vanguardia, pero quizás su característica distintiva sea la unidad de inyectables. Muchos laboratorios venden diversas moléculas en la forma inyectable, pero muy pocos las producen. Fabricar esta forma farmacéutica es un proceso complejo, engorroso y costoso. Por esta razón la enorme mayoría de compañías le confía su producción a terceros.

La planta posee otra cualidad casi única: las diversas formas farmacéuticas que puede elaborar. Una regla de oro es que demasiada diversificación atenta contra la eficiencia. Pero no es el caso de Denver, ya que su capacidad tecnológica le ha permitido una notable performance. Además del enorme desafió de inyectables (incluso jeringas prellenadas), se fabrican comprimidos, cápsulas, polvos, líquidos orales y tópicos, apósitos, aerosoles y colirios en solución y suspensión. El moderno diseño de su estructura le ha permitido a la empresa ser eficiente y cumplir con los exigentes estándares de calidad, respetando las múltiples separaciones de áreas que se exigen para las múltiples formas farmacéuticas que elabora.

 

Imagen de “Denver City”

Insulinas es un capítulo aparte (habrá un artículo específico sobre el tema). Denver, que ya comercializaba insulina humana recombinante (Densulin), se embarcó en un proyecto gigantesco que implica la producción de análogos de insulina. Esto implica competir con gigantes como Sanofi, Eli Lilly o Novo-Nordisk. El desafío es doble: elaborar el principio activo y el dispositivo de aplicación. Una tarea ciclópea.

Las insulinas están acompañadas por Glucogood (metformina) y Lipostop (atorvastatina), ofreciendo así una completa línea metabólica.

    Oftalmología y expansión internacional

Claro está que semejante estructura fabril no solo respalda al segmento metabólico. Denver también pisa fuerte en traumatología (Panclo B12), reumatología (Glucoduo) y en la línea respiratoria (Aliviatos, Denverkast y Denvermuc). Pero sobresale sin dudas en oftalmología.

El laboratorio posee reconocidos nombres como la línea Alivia: Alivialux (carbomer), Aliviamax (carboximetilcelulosa) y Aliviapres (dorzolamida). Otra marca paraguas exitosa es  Oftal: Oftaldrop (prednisolona y fenilefrina), Oftalook (cloruro de sodio) y Oftalpres (latanoprost)). Es un claro referente del sector.

Denver trasciende las fronteras nacionales. Su formidable eficiencia y tecnología le han permitido tener presencia en países tan diversos como Bolivia, Paraguay, Perú, Guatemala, República Dominicana, Líbano, Egipto, Bielorrusia y Azerbaiyán.

Gregorio Zidar


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