¿Qué es un medicamento?
El concepto, más allá de la definición técnica
Si bien el término producto farmacéutico es amplio y abarca elementos de higiene (alcohol en gel) o suplementos dietarios, en este libro haremos énfasis en los remedios clásicos.
Si uno busca en el diccionario, encontrará la definición de medicamento como toda sustancia que se presente como poseedora de propiedades para la cura, tratamiento, alivio de síntomas o prevención de enfermedades en seres humanos o que pueda administrarse a seres humanos con el fin de controlar, corregir o modificar las funciones fisiológicas, ejerciendo una acción farmacológica, inmunológica o metabólica, o de establecer un diagnóstico médico.
Ejemplifiquemos cada parte de esta definición. La cura la brindan los antibióticos que destruyen a las bacterias invasoras. El tratamiento lo otorgan los antidepresivos que ayudan a una persona que acude al psiquiatra. El alivio de síntomas se consigue mediante el analgésico para el dolor muscular. La prevención se logra a través de vacunas, que evitan la aparición de enfermedades, o de antisépticos que al aplicarlos sobre una herida previenen su posible infección. El control se alcanza con medicamentos que se utilizan para enfermedades crónicas como la hipertensión arterial. El diagnóstico típico lo componen aquellos fármacos para radiografías de contraste.
De todos modos, esta definición es meramente técnica, fría y alejada del marketing farmacéutico. Por eso ensayaremos otra. Un medicamento es un producto cuya función primordial es otorgarle mayor calidad de vida al paciente, asegurando eficacia, practicidad y seguridad a precios accesibles. Incluso, en algunos casos, puede otorgar placer y felicidad.
Composición
Un remedio se compone básicamente de un principio activo (la molécula) y de excipientes. El primero es responsable de la actividad del medicamento, y es el que alcanza el “lugar diana”; es decir, donde tiene que hacer su acción. Es toda materia de origen humano, animal, vegetal químico o de otro tipo, a la que se le atribuye una actividad apropiada para constituir un medicamento.
Los excipientes son aquellas materias que se añaden a los principios activos o a sus asociaciones para servirles de vehículo, posibilitar su preparación y su estabilidad, modificar sus propiedades organolépticas o determinar las propiedades físico-químicas del remedio, así como su biodisponibilidad. En general, se necesitan muy pequeñas cantidades de principio activo, lo cual en principio dificultaría su ingestión y manipulación. Para solucionar este problema, la molécula se mezcla con otros productos inertes, sin ninguna actividad, de manera que adquiera una forma y tamaño adecuados.
Los principios activos y los excipientes se traducen en una forma galénica, que es la disposición a la que se adaptan los mismos para constituir un medicamento. Se refiere a la combinación de la forma en la que el producto es presentado por el fabricante y su modo de administración. El objetivo final de una forma farmacéutica es que los remedios puedan alcanzar la máxima eficacia cuando se administran. Cada forma galénica tiene su vía de administración (cápsula, comprimido, gel, supositorio, parche).
Envases
Los medicamentos han de llegar al usuario en condiciones óptimas de calidad, seguridad y eficacia. Para ello, una vez elaborados, se someten a una serie de operaciones conocidas como “acondicionamiento”.
El acondicionamiento primario es el envase que se encuentra en contacto directo con el fármaco (ya sea en su forma líquida, sólida, etc.) y que actúa protegiendo sus condiciones originales. Un empaque para un medicamento líquido pueden ser botes de vidrio para jarabes o ampolletas inyectables o bebibles. A los comprimidos solemos verlos en blísteres metálicos que los protegen de la luz o cambios de temperatura.
A continuación, el acondicionamiento secundario es el embalaje exterior en el que se encuentra el envase primario, también a modo de protección. Pero como veremos más adelante, no es la única función que tienen: deben ser consistentes, fácilmente manipulables y dar información sobre el producto (como fecha de caducidad o composición). Pero sobre todo son importantes para la imagen de marca. Esto es lo que ocurre con los frascos de perfume o el vino que viene en su botella de vidrio. Tanto el frasco como la botella es la imagen que el público visualiza y, gracias a ellos, se identifica y fideliza.
Algo similar ocurre con los productos OTC. Si se escoge la presentación adecuada, puede incluso ser el principal vehículo de venta porque los usuarios lo identificarán con la marca, motivando su compra.
Prospecto
El prospecto va destinado exclusivamente al paciente. Es un elemento importante para la planificación y el diseño de la promoción del remedio, aunque algunos minimicen esta función
Técnicamente, todos los prospectos, que acompañan al medicamento dentro del envase, están estructurados de la misma forma para facilitar la búsqueda de la información por parte del usuario:
- qué es y para qué se utiliza.
- qué se tiene que saber antes de empezar a tomarlo.
- posibles efectos adversos.
- composición y contenidos del envase.
- información adicional (condiciones de conservación, laboratorio titular, etc.).