Introducción
En el presente artículo analizaremos en profundidad las primeras 2 actividades primarias de la cadena de valor de un laboratorio farmacéutico.
En términos generales, la logística de entrada comprende tareas como recepción de materia prima, gestión de pedidos y distribución interna de todos los materiales. En otras palabras, almacenamiento, control de inventarios y repartición de materias primas y materiales auxiliares (como los envases) hasta que se incorporan al proceso productivo.
Por otro lado, las operaciones consisten en el procesamiento de las materias primas para transformarlas en el producto final (el medicamento envasado que comprará el consumidor). Esto significa que el producto (como por ejemplo un comprimido) se elabora y luego se acondiciona (se coloca dentro de un blíster y éste dentro de una caja). Es en esta etapa donde se procura minimizar los costos.
Logística de entrada
El abastecimiento es la actividad secundaria que apoya a la logística de entrada. El departamento de compras debe contar con todos los insumos en tiempo y forma: solo así la logística será eficiente.
Pero es importante señalar que el abastecimiento debe buscar un constante y delicado equilibrio: contar con suficiente stock de materiales evitando excesos innecesarios. Suena contradictorio pero no lo es. Veamos por qué.
La ventaja de un almacenamiento robusto y la “red de contención”
El lado positivo radica en no dar falta. Muchas veces sucede que un laboratorio se demora en la fabricación de un producto, por dificultades financieras para pagar en tiempo y forma la materia prima o por algún desperfecto fabril (falla de alguna máquina de producción). Incluso la demora puede ocasionarse por problemas propios del proveedor, como inconvenientes logísticos o abastecimiento de materia prima que no cumple con los estándares de calidad, lo cual demora todo el proceso.
No hay mayor pecado que dar falta. Marcas que costaron años consolidar se pueden derrumbar en 3 meses, sobre todo en productos muy sensibles para el consumidor. Por ejemplo, el paciente que hace 5 años es fiel a una marca de un fármaco antidepresivo, y que no lo consigue por 3 meses, tiene 2 reacciones: (1) primero entra en pánico y (2) una vez que no le quedó otra alternativa que cambiar de marca, es posible que nunca vuelva a la original (en parte porque ya se adaptó a la nueva marca y en parte porque hay un castigo al laboratorio que lo “abandonó”). Un verdadero pecado. Por eso es fundamental tener un sobre stock para casos de emergencia.
Esto es especialmente crítico en el lanzamiento de un producto. Si un laboratorio invierte tanto tiempo y tantos recursos en crear una nueva marca, y al poco tiempo de su lanzamiento entra en falta, gran parte del esfuerzo habrá sido en vano. Cuando el medicamento es nuevo, el sobre stock debe ser aún mayor porque es más complicado predecir su demanda, sobre todo si la molécula lanzada es novedosa (un producto maduro es mucho más previsible). A este evento lo denominaremos “red de contención”: es una inversión económica-financiera cuyo único objetivo es no dar falta. En otras palabras, implica fabricar 2 o 3 veces más de unidades que un presupuesto súper optimista. Si hay un momento para acumular stock y comprometer recursos, este es el momento indicado. El riesgo de inmovilizar dinero es mínimo en comparación con la explosión de un producto nuevo.
Por último, cabe recordar que todo comienza con el abastecimiento y la logística de entrada. Cualquier demora que se produzca en este proceso afectará le entrega del producto final.
El lado negativo del sobre stock
Ahora bien, la desventaja de tener varios meses de stock es el costo económico y financiero que implica la inmovilización de recursos. Comprar insumos para fabricar productos que se venderán tiempo después implica invertir hoy para ganar, no mañana, sino dentro de algunos meses. Y esto puede significar un enorme riesgo en un país tan volátil como el nuestro, donde las tasas de interés suelen ser erráticas y elevadas.
Buscando el equilibrio
¿Cómo sopesar entonces el beneficio con el costo del stock? Buscando un punto de equilibrio, según la sensibilidad de cada medicamento.
Hay productos muy sensibles: su elaboración es compleja y lleva tiempo, e incluso el abastecimiento de su molécula es crítico (hay muy pocos proveedores). En este caso es recomendable un mínimo de 4 o 5 meses de stock porque son productos cuya “reacción es lenta”, es decir, ante cualquier problema que aparezca, la solución puede llevar tiempo. Traducción: no es lo mismo vender ibuprofeno (miles de proveedores y producción sencilla) que buprenorfina en parches (pocos proveedores y elaboración híper compleja). Nótese que estamos comparando peras con peras, es decir, dos analgésicos.
También es recomendable un stock importante en el caso de los medicamentos estacionales. Un laboratorio puede presupuestar las ventas de su antibiótico, pero los inviernos y las patologías suelen ser impredecibles. Y como ya se señaló, también es trascendental un enorme stock en productos nuevos.
En cambio, hay productos de baja sensibilidad. Pensemos en el omeprazol en comprimidos: es un producto fácil de fabricar, la materia prima es económica y hay cientos de proveedores. En estos casos, con 2 meses de stock alcanza y sobra. Son productos de “rápida reacción”. Pero aún en estos casos el stock, aunque mínimo, es necesario porque la demanda se puede disparar por distintos motivos. Una razón típica es precisamente que un competidor tenga problemas con su omeprazol y entre en falta, dejando un hueco que hay que llenar.
Corolario: como todo en la vida, no hay una receta mágica (o “magistral”). Es la alta dirección de un laboratorio quien debe asignar eficientemente los recursos, escasos por definición. Y aquí una definición muy personal del ABC del management farmacéutico en Argentina: hay que dedicar las 24 horas del día a analizar el mercado y la competencia.
Operaciones: “hacer medicamentos no es hacer bombones”
¡Simplifiquemos! Desde el punto fabril, aquí se define todo: la elaboración de los principios activos para luego pasar a la formulación, donde la materia prima se combinan con excipientes y otras sustancias que definen las características del medicamento que será puesto a la venta: dosis, absorción, forma de presentación, sabor, e infinitos etcéteras.
Las empresas deben cumplir con mínimos requisitos técnicos y exigentes controles de calidad. Ello da como resultado procesos productivos estandarizados similares entre todos los actores, donde las estrategias de diferenciación se dan a partir de los niveles de automatización de la tecnología utilizada y tamaño de la escala de producción. Pero esa es, sin duda alguna, otra discusión.
A esta altura, es imperioso ser contundente y elocuente: fabricar remedios no es fabricar bombones. Y que quede claro: no es una afirmación peyorativa, es una declaración objetiva de las estrictas condiciones que implican la elaboración de medicamentos. La ANMAT es el ente que regula la fabricación de fármacos para la salud, siendo quizás el organismo estatal de mayor prestigio en nuestro país. Esto implica que fabricar remedios en la Argentina es un proceso exigente y rigurosamente controlado: NO ES POCO.
Es importante señalar que el proceso de desarrollo y fabricación de los medicamentos es uno con altos niveles de complejidad y requiere de una serie de procesos que deben ser llevados a cabo con gran precisión, sobre todo aquellos usados en áreas especializadas como la oncología y los trasplantes de órganos.
En síntesis, los pasos por los que transita un medicamento en su fabricación son: (1) pesaje, (2) granulación, (3) secado, (4) tamizado, (5) mezclado, (6) compresión y (7) recubrimiento.
Gregorio Zidar (hijo)