La imagen de la industria mundial y la oportunidad de la pandemia
El Covid 19
Esta pandemia nos deja un legado claro. Los recortes sanitarios salen caros y los gobiernos deben estar preparados para contingencias de este tipo.
Es innegable que el actual contexto mundial ha puesto en valor la labor de los profesionales de la salud, la necesidad de un sistema público de salud de amplia cobertura y prestaciones y de un sector socio sanitario estructurado y dotado de recursos. Los médicos y enfermeros son ahora héroes para una sociedad confinada que sólo puede observar impotente cómo ellos se enfrentan a una crisis de salud pública sin precedentes.
Otra herencia que nos deja la pandemia es la confianza que la opinión pública ha depositado en la industria farmacéutica como actor insustituible para hallar una solución terapéutica que frene la expansión del virus y que sea eficaz para prevenir su futuro contagio. Esta confianza es también una esperanza colectiva y supone una oportunidad única para un sector que no siempre se percibe como un actor destacado de contribución social. La oportunidad deviene al mismo tiempo en un desafío mayúsculo, ya que los laboratorios que no recorran este camino con compromiso, capacidad de innovación y cooperación, así como alta complicidad con todos los públicos de interés, no podrán seguir gozando de esa percepción y perderán una chance única, la de contar con su confianza.
Los desafíos de la industria para el siglo XXI
La industria se enfrenta a 4 enormes retos para consolidar su percepción como inestimable actor de contribución social y progreso socio-económico.
La reputación
En primer lugar, la reputación sigue siendo un desafío. El mayor cuestionamiento de la sociedad proviene del nivel de precios de los medicamentos y de una comunicación poco transparente.
Esto ocurre, entre otras cuestiones, porque la opinión pública, en general, desconoce que el desarrollo y la investigación de nuevas terapias y fármacos son altamente intensivos en inversión de capital, recursos y tiempo. Todavía hoy, pocos entienden que esta industria es una de las responsables del incremento de la esperanza de vida de las personas y la más valiosa herramienta de los profesionales de la salud para atender a sus pacientes.
La pandemia provocada por el Covid 19 supone una oportunidad histórica para trabajar en un cambio de percepción que esta industria sin duda merece. ¡Los laboratorios deben salir a contar todo lo que hacen, a viva voz y a corazón abierto!
Por otro lado, uno de los retos críticos para mejorar la salud pública global es el acceso a mejores y más efectivos medicamentos. Aunque la definición de acceso es más amplia e implica conceptos como accesibilidad geográfica, disponibilidad física y coste razonable, nos referimos aquí al coste del fármaco y al acceso a los mercados a través de las relaciones con los gobiernos.
Los medicamentos constituyen una herramienta imprescindible para prevenir enfermedades, disponer de tratamientos y salvar vidas. Sin embargo, la percepción pública sobre sus fabricantes ha condicionado la posibilidad de evaluar alianzas estratégicas para atender problemas sanitarios. Los pacientes sienten mayor cercanía con los profesionales de la salud y la sociedad considera que el ánimo de lucro y la visión empresarial son los principales impulsores de la innovación farmacéutica, más allá del bienestar de los individuos. De nuevo la reputación actúa como freno para impulsar acuerdos y alianzas vitales para garantizar un mejor acceso a los medicamentos.
La industria viene trabajando para trasmitir a la administración pública y a los decisores sanitarios la aportación del sector farmacéutico a la economía, la generación de empleo, la investigación y la innovación. Sin embargo, el relato asentado sobre esta industria resalta sus beneficios -de nuevo el ánimo de lucro se percibe como ilegítimo debido a las creencias derivadas de la gratuidad de los servicios de salud que ofrece el estado de bienestar-, y omite que se trata de un sector altamente regulado y, en especial, por lo que se refiere al precio de sus productos que se acuerdan con la administración pública.
El nuevo relato debería remarcar el valor del medicamento, más allá de su precio, reforzando otros mensajes relacionados con el aumento de la esperanza de vida y la calidad de vida de las personas. El contexto de esta pandemia quizá ayude a impulsar un nuevo mensaje en el que se destaque el papel real de un fármaco o una vacuna y su contribución social.
El activismo corporativo y rol de los pacientes
La pandemia ha evidenciado la fragilidad de los sistemas de salud y la poca capacidad de respuesta de los gobiernos para afrontar emergencias sanitarias. La sociedad es más exigente que nunca y espera un compromiso social por parte de todos los agentes implicados. He aquí el segundo gran objetivo de la industria farmacéutica: la finalidad social, también conocida como activismo corporativo.
Hoy en día, gracias a una sociedad civil empoderada, los pacientes le están exigiendo a los laboratorios que pasen a la acción. Que no sólo les apoyen, sino que den la cara para defender sus intereses ante los poderes públicos, que pongan a disposición sus recursos para el bien común. Ejemplo de ello es la donación de millones de dosis de hidroxicloroquina realizada por Novartis para combatir al Covid 19 (más allá que esta molécula no haya sido efectiva). Otro caso digno de destacar es el de Bayer, que donó grandes sumas de dinero al sistema nacional de salud y puso a disposición voluntarios de su equipo médico y científico ofreciendo asistencia sanitaria a los más vulnerables. ¡Ni que hablar de AstraZeneca, que empezó a fabricar su vacuna aún sin saber si funcionará y anunció que su costo será muy accesible!
Alianzas público-privadas
El tercer gran desafío es la necesidad de colaboración entre las administraciones públicas y el sector privado, y, sobre todo, de una acción global coordinada. Un ejemplo es el acuerdo de colaboración entre el Gobierno de Estados Unidos y distintas organizaciones para acelerar el proceso de desarrollo de vacunas (denominado Warp Speed, que significa velocidad de la luz).
La pandemia nos ha permitido asistir también a acuerdos privados como el de GlaxoSmithKline y Sanofi, que se han unido para sumar sus capacidades con el objetivo de conseguir la vacuna contra el coronavirus.
Es evidente que los recursos públicos no son suficientes para afrontar una pandemia global como la actual. La Federación Internacional de la Industria Farmacéutica ha destacado la necesidad de buscar un acuerdo global entre las autoridades sanitarias, compañías farmacéuticas, organizaciones de salud, asociaciones médico-científicas, compañías biotecnológicas, operadores hospitalarios y socio sanitarios a través de programas de I+D colaborativos para desarrollar nuevos medicamentos y vacunas.
Bill Gates, en 2015, fue un visionario con lo que deberíamos hacer frente a una pandemia global con fuertes consecuencias sociales y económicas. El ponía de manifiesto la importancia de crear colaboración público-privada, así como la creación de un sistema de alerta y respuesta global.
Finalmente, hemos asistido a la inédita colaboración de otras industrias con el sector de la salud, como la textil, la automotriz o la cosmética, entre otras, a través de su transformación productiva. Ejemplos como Inditex, Seat o Repsol ponen de manifiesto que las alianzas son sin duda el único camino para afrontar los retos del futuro.
Uso de nuevas tecnologías
El cuarto y último reto implica el uso de nuevas tecnologías por parte de empresas, organizaciones y gobiernos para poder progresar. Por ejemplo, el uso de la inteligencia artificial abre innumerables opciones para la toma acelerada de decisiones y la prevención.
De acuerdo con el reporte de innovación y salud preparado por Deloitte, las innovaciones permitirán lograr objetivos de salud pública y transformar la industria de la salud, romper con límites actuales y expandir las fronteras para proporcionar servicios que antes no se creían posibles.
El informe de la consultora es extenso, por eso solo mencionaremos tres innovaciones presentadas. En primer lugar, la tecnología de secuenciación genética que permite identificar poblaciones en riesgo y focalizar tratamientos en pacientes que tienen mayor probabilidad de responder de manera positiva a los mismos. En segundo término, la inmunoterapia con potencial de extender la supervivencia de pacientes con cáncer sin los efectos negativos de la quimioterapia. Por último, algo que está muy de moda, la telemedicina. La misma constituye una manera conveniente para que los pacientes puedan acceder y mejorar el cuidado personal, reduciendo visitas al médico, tiempos de traslado, además de prevenir complicaciones y visitas a las salas de emergencia.
Corolario
¡No hay mal que por bien no venga! El Covid 19 puso de manifiesto la importancia que tiene la industria farmacéutica, así como también todos los puntos que se deben mejorar para mejorar la calidad de vida de las personas. Es una oportunidad histórica (que nadie hubiera deseado) para que la humanidad aproveche y corrija lo que tenga que corregir, que no es poco.
Gregorio Zidar