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SmithKline, la tagamanía

El farmacéutico norteamericano John Smith abrió su primera farmacia en Filadelfia, Estados Unidos,  en 1830. Su hermano menor, George, se unió a él en 1841 para formar John Smith & Co. En 1865 Mahlon Kline (misma nacionalidad y profesión que J. Smith) ingresó al negocio que, 10 años después, pasó a denominarse Smith Kline & Co.

La empresa original por pasó por numerosas fusiones y adquisiciones. Quizás una de la más importante haya sido la compra de French, Richards and Company en 1891. Nacía Smith Kline & French Laboratories. Ya en el siglo XX la compañía comenzó un fuerte proceso de expansión global, adquiriendo varios laboratorios en Canadá y Estados Unidos.

El punto de inflexión en la trayectoria de la empresa llegó a través de un “blockbuster”, patrón que se ha repetido a lo largo de la historia de los grandes laboratorios. En 1976 sale al mercado Tagamet, cuyo principio activo era la cimetidina, el primer antagonista de la histamina.

Si uno hoy escribe en Google “tagamanía”, el motor de búsqueda presentará diversas opciones, desde casas de ropas hasta sitios de rugby. Pero hace 30 años, no se habría necesitado Google para saber que “tagamanía” se refería al enorme éxito comercial del revolucionario tratamiento de la úlcera péptica, Tagamet.

Tal fue el suceso que la droga transformó la suerte de Smith Kline & French, una empresa con preeminencia en psicotrópicos que estaba siendo erosionada por el gigante suizo Hoffman La Roche. La droga tuvo un impacto dramático en la vida de millones de personas con úlcera péptica. “Antes de Tagamet, las únicas opciones eran antiácidos o cirugía. El paciente necesitaba beber alrededor de 8 litros de antiácidos al mes para obtener efectividad”, recuerda Roy Pounder, Profesor Emérito de Medicina de la Universidad de Londres.

De  alguna manera, la cimetidina, junto con ranitidina, fueron los predecesores de los IBP.

Un anuncio en The Journal, que data de 1977

       Beecham, una historia repleta de mística

Es muy interesante la historia del fundador de esta empresa. Thomas Beecham, nacido Oxfordshire, Inglaterra, se convirtió en pastor a la temprana edad de 8 años vendiendo remedios herbales como actividad secundaria. Este fue su primer contacto con el mundo farmacéutico.

Durante un tiempo trabajó como cartero del pueblo en Kidlington, pero en 1842 se mudó a Wigan, donde comenzó a vender las píldoras Beecham, que eran un laxante. Años después, se estableció en St. Helens, donde comenzó a hacer publicidad y a vender sus píldoras.  Creó una red de agentes y en 1880 había expandido tanto su negocio que pudo abrir su primera fábrica.

La historia familiar es muy rica y está regada de múltiples talentos. Su hijo mayor fue Sir Joseph Beecham, primer baronet (título concedido por la Corona Británica). Por otro lado, uno de sus nietos fue el destacado director de orquesta Sir Thomas Beecham, mientras que  el poeta Audrey Beecham fue uno de sus bisnietos.

Pero volvamos al aspecto farmacéutico. Las píldoras Beecham, producto de enorme éxito, eran una combinación de aloe , jengibre y jabón . El producto fue la piedra angular sobre la que se construiría Beecham’s Patent Pills. Las píldoras continuaron siendo fabricadas por una sucesión de compañías hasta llegar a SmithKline Beecham. La fabricación de las mismas se interrumpió en 1998.

La popularidad de las píldoras produjo una amplia gama de testimonios que se utilizaron en distintas publicidades. Por ejemplo, el poeta McGonagall escribió un poema promocionando el medicamento (daba su recomendación en verso).  Un lema muy utilizado era «vale una guinea la caja» (como se observa en la imagen).

Pero Beecham posee una rica y diversa historia que trasciende a este laxante. En la década del 60, la organización ya estaba ampliamente involucrada en productos farmacéuticos y de consumo, como la pasta de dientes Macleans (seguida años después por la icónica marca Aqua-Fresh).  Esta sería la época dorada de Beecham ya que lograron desarrollar diversos antibióticos, al descubrir el núcleo de la penicilina. Este hallazgo posibilitó  sintetizar una serie de nuevas penicilinas, como la meticilina o la ampicilina. Pero la verdadera revolución llegaría en 1972 de la mano de la amoxicilina (bajo la marca Amoxil).

Tal fue la “mísitica” de Beecham, a la postre trasladada a GSK, que en 2011 se publicó una historia de la empresa. El título fue “Beechams, 1848-2000: From Pills to Pharmaceuticals” y fue escrita por Thomas Anthony Buchanan Corley. Una joya literaria para los amantes del planeta farma.

SmithKline Beecham

En 1989, Beecham y SmithKline se fusionaron para formar SmithKline Beecham. Para entender el tamaño de la nueva compañía, los medios lo equipararon con el acuerdo entre Time y Warner Communications, que se diera en la misma época.

En aquellos tiempos, la nueva organización se consolidaba en el top 3 de ventas mundiales, tanto de productos RX como OTC, al tiempo que lograba una posición de privilegio en salud animal. SmithKline Beecham pasaba a ser un protagonista central del mundo farmacéutico. Rápidamente lanzaron Engerix-B, una vacuna para la hepatitis B, resultado de la ingeniería genética. En 1991, el nuevo gigante sacó al mercado Seroxat/Paxil (paroxetina), uno de los antidepresivos más recetados en todo el mundo.

 


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