El ginecólogo y la anticoncepción
Introducción
La palabra ginecología viene del latín científico gynaecologia, término que aparece por primera vez en 1730, en una obra de Martín Shuring. A su vez, dicha palabra proviene del griego γυναίκα gynaika «mujer» y -λογία, -logia «estudio de». La ciencia de la mujer hace referencia a la especialidad médica y quirúrgica que trata las enfermedades del sistema reproductor femenino (útero, vagina y ovarios).
El papiro ginecológico de Lahun es el texto médico más antiguo conocido (fechado aproximadamente en 1800 A.C.) y trata sobre afecciones femeninas, como fertilidad, embarazo, anticoncepción, etc. Este texto se divide en 34 secciones, cada una de las cuales aborda un problema específico junto con el diagnóstico y su tratamiento.
La visita
Los ginecólogos atienden a las mujeres durante distintas etapas de su vida. Desde la pubertad hasta la menopausia, el sexo femenino atraviesa profundos cambios.
Los hombres suelen hacer un drama cuando les hablan de ir al urólogo. Ni que hablar cuando le mencionan la palabra colonoscopía. Las mujeres, en cambio, están más acostumbradas ya que visitan al ginecólogo desde su adolescencia. No hay duda que el sexo femenino posee mayor fortaleza que el masculino, tanto espiritual como física, en cuanto a visitas médicas, tratamientos y dolores ¡Por algo Dios las eligió para sobrellevar embarazos, partos y post partos!
No obstante, toda persona, sin importar su sexo, evita la visita al médico lo máximo posible hasta que la obligación les gane. En ginecología, dicha obligación puede originarse en una alarma en el cuerpo o bien en la constante publicidad en medios de comunicación masivos («hágase una mamografía cada año», «un PAP a tiempo eliminará el riesgo de todo tipo de enfermedades uterinas», etc.).
El “clínico médico”de la mujer
El encuentro en el consultorio es muy especial porque casi siempre implica un desnudo y un tacto físico muy íntimo. Suele decirse que el ginecólogo de una mujer es en definitiva su clínico médico de cabecera. Esto es muy cierto ya que examina a su paciente no sólo por cuestiones estrictamente femeninas (por ejemplo salud reproductiva, materna o menopausia) sino que también la conoce en otros aspectos más generales de su cuerpo.
Es decir, la mujer puede aprovechar su visita al ginecólogo para hacerle preguntas de todo tipo, como por ejemplo sobre dolores de cabeza o musculares o preguntas respecto a su alimentación.
La anticoncepción
En la segunda mitad del siglo XX se generalizó el uso y acceso a los diferentes métodos contraceptivos modernos. La primera píldora anticonceptiva oral combinada (mestranol y noretinodrel), denominada comercialmente Enovid, se constituyó en el catalizador que marcó un cambio en el rol de la mujer dentro de la sociedad. Desde entonces, el mercado ha experimentado un crecimiento exponencial a causa de la proliferación masiva de píldoras cada vez más seguras y más eficaces.
Las estadísticas de los países desarrollados indican que una de cada cuatro mujeres por debajo de los 45 años utiliza anticonceptivos orales para la planificación familiar. Y la cifra va en aumento ya que las adolescentes arrancan su sexualidad mucho más temprano que antes y cada vez hay menos prejuicios sociales respecto a esto. A su vez, la educación sexual se fue profundizando en distintos ámbitos y ya dejó de ser un tema estrictamente familiar.
Desde luego que la píldora, si bien es segura y fácil de administrar, no es el único medio de contracepción. Por un lado, el hombre puede optar por el preservativo y la vasectomía, mientras que la mujer cuenta con un abanico más amplio: implante sub-dérmico, inyecciones, DIU (dispositivo intrauterino) y eventualmente ligadura tubárica.
Gregorio Zidar (hijo)